Cuando una persona se propone reducir sus gastos, aumentar sus ingresos y acumular una cantidad de dinero, esto depende de una forma particular de hacerlo. Ahorrar se trata de un hábito que depende del estilo de vida, de la personalidad y de los objetivos de cada persona y quizás por eso es que algunas estrategias no han resultado exitosas.
Samuel Johnson
¿Son personas que gastan compulsivamente o tienen malos hábitos que impiden ahorrar? No hay cosa más difícil que reconocer un mal hábito, ya que es un comportamiento inconsciente que hemos venido arrastrando a lo largo de nuestra vida, sin embargo, todas las personas, sin excepción tenemos hábitos que nos perjudican y en algunos casos son tan obvios que es fácil enfrentarlos.
Hemos llegado al final de mes y nuestras finanzas están en 0. Todo el tiempo insistimos en ahorrar y nunca lo logramos, lo peor es que decimos que no entendemos por qué pasa esto, pero ya es hora de fijarnos en aquellos estímulos que nos hacen parte del club de personas que gastan mucho dinero.
Muchas veces gastamos nuestro dinero sin control alguno, por eso expondremos 13 hábitos que derrochan dinero y actitudes que tomamos y no reconocemos al instante.
Se ha demostrado que cuando estamos en un estado emocional inestable, comprar puede ayudar a que recuperes el sentido de control y felicidad ¿Quién lo diría? Un estudio de la Universidad de Harvard, determinó que es más atractivo irse de compras cuando estamos tristes, y que gastamos hasta cuatro veces más que cuando estamos con un ánimo normal. Sin embargo, los efectos sólo son a corto plazo y la “terapia de las compras” nos deja con un estado de cuenta de película de terror.
Para evitar esta conducta, podemos acudir a un hábito saludable empleado por los millonarios: hacer ejercicio, es muy terapéutico, también es recomendable leer un libro, si es de crecimiento personal o de finanzas mejor. Otra opción es compartir nuestras penas, hablar con un amigo o familiar sobre aquello que nos molesta nos ayuda a quitarnos un peso de encima y a liberar nuestras emociones.
Un estudio determinó que una persona que gasta mucho dinero cuando va de compras solo, tiende a crear un vínculo emocional con las tiendas, y no pensamos en los precios sino en cuales son las más atractivas. Parece una teoría ridícula, pero está demostrado que cuando no vamos acompañados acabamos en las más caras y gastamos mucho más dinero del que creemos.
Otra manera de abarcar en este punto es que compramos para contrarrestar la soledad, puede ser efectivo con el tiempo pero, crea un círculo vicioso que no resuelve nuestros sentimientos; así lo plantea un estudio publicado en 2013 en el Journal of Consumer Research, explica que las compras materiales se realizan como respuesta para intentar llenar vacíos en nuestra vida.
Para evitar ser víctima de la soledad podemos ir de compras con alguien racional, un familiar o un amigo. También podemos trabajar en esa sensación de soledad con libros o analizando las ventajas de vivir solo. De esta forma reduciremos el gasto y haremos menos compras impulsivas.
Cuando estamos hambrientos estamos propensos a comprar para saciar el instinto. Un interesante estudio de la Universidad de Michigan reveló que la gente que tiene hambre y compra, tiende a gastar un 60% más que aquellos que no, es decir, que quien va de compras con hambre, tiene más probabilidades de comprar cualquier cosa por un impulso emocional, sin importar si el objetivo era comida, ropa o muebles.
Lo más recomendable es realizar compras de alimentos y productos básicos en grandes cantidades, para no tener que ir al supermercado a cada rato, pero ir a última hora y hambrientos y cansados tras una larga jornada sólo hará que compremos más de lo que en realidad necesitamos.
Evitar los gastos comiendo antes de salir, elaborar una lista sin saltársela, buscar los productos con mejor relación calidad-precio y encontrar una hora adecuada para ir de compras ayudarán a notar la diferencia en el bolsillo.
Estos consumos parecen insignificantes e inocentes cuando se compran, pero a fin de mes suman una cantidad de dinero bastante considerable.
Si sumamos cuanto gastamos en las gomas de mascar durante la jornada de trabajo, en el café antes de ir a la oficina o en la merienda después del almuerzo, podemos hacernos una idea de todo lo que podemos ahorrar si preparamos todo en nuestra casa y acudimos a ese gasto de manera esporádica.
Quizás el café no nos queda igual que el de la tienda o preparar una merienda no es lo nuestro, pero, tenemos que proponernos cambiar si queremos reducir gastos innecesarios.
Sin importar donde estemos, actualmente vivimos en un mundo muy agitado, donde el trabajo duro necesita ser reconocido, sobre todo por nosotros mismos. Es por eso que buscamos complacer los placeres personales, darnos un “gusto”, “premio” y con ello solemos justificar nuestros gastos ¿Por qué no?
En realidad, no hay nada de malo en recompensarse de vez en cuando, pero debemos conocer los límites, si pensamos “me lo merezco”, podemos enfrentar ese pensamiento con la pregunta "¿este gasto es en pro de mi meta principal, o en contra de mis avances?” Eso les ayudará a tomar la mejor decisión. Lo recomendable es que mantengamos un equilibrio, no nos recompensemos por cada obstáculo conquistado durante el día, podemos colocarnos un top de metas y una vez que las cumplimos, procedemos a premiarnos.
Esto puede ser una sub-categoría del punto anterior, quizás planificamos nuestras finanzas y decidimos que este fin de semana podemos salir con nuestros amigos o familiares; nos tocó consentirnos luego de una larga semana y una variedad de metas alcanzadas. Sin embargo, debemos recordar los límites y llevar un registro de hemos consumido e intentar detenerse una vez alcanzado lo planificado con anticipación.
Estos consejos pueden ser de utilidad, sólo llevar el efectivo que se planea gastar, pagar la cuenta desde antes y evitar hacer más gastos fuera de los límites.
Las rebajas que llegan de repente y nos gritan “compra una y llévate otra completamente gratis” o “50% de descuento por tiempo limitado”, nos hacen sentir que estamos adquiriendo aprovechando nuestro dinero, pero, hay estudios que explican que una oferta es verdadera solo si estábamos planeando comprar dicho objeto con anticipación.
Si para la fecha no hemos usado las cosas que compramos en rebaja, significa solo una cosa: fuimos víctimas del juego de la mercadotecnia y sólo compramos por la emoción de hacerlo.
Para evitar caer en tentaciones ¡debemos concentrarnos! Definir que necesitamos y no dejarnos llevar por las ofertas.
No hay nada de malo en tener una tarjeta de crédito, pero, hay que usarla cuando se necesite. Las tarjetas de crédito pueden ser un arma de doble filo, si gastamos más allá de nuestras posibilidades, o no pagamos las cuotas a tiempo se nos acumulan los intereses aumentando así la deuda y afectando significativamente nuestra habilidad para ahorrar.
Lamentablemente, la mayoría de las personas que cuenta con una tarjeta de crédito la usan en su día a día, sin saber que los intereses van en promedio del 20%. Debemos tener presente que todo aquello que compramos con la tarjeta de crédito en realidad costará un 20% más.
La mejor recomendación que podemos recibir es usarla solamente para emergencias y esconderla en lo más profundo de nuestros cajones para evitar tentaciones.
Tenemos un amigo que se fue de vacaciones en un crucero y de repente tenemos la extraña necesidad de participar en uno para nuestras próximas vacaciones, o nuestra prima compro una cocina nueva y ahora que lo pensamos bien, la nuestra está algo obsoleta.
Entre los adultos también existe presión social, incluso es más común de lo que uno cree, todos nuestros amigos, familiares o vecinos tienen algo, así que nosotros también lo queremos. La pregunta es, ¿realmente lo necesitamos? O mejor, ¿realmente podemos costearlo? Quizás lo que no nos damos cuenta es que detrás de todo el estilo de vida lujoso, esas personas viven endeudadas. Lo mejor es dejar de compararse con los demás y entender que todos somos diferentes.
Es un impulso natural, cuando recibimos la quincena o llega un ingreso inesperado, es más fácil percibir que tenemos dinero y de repente queremos salir a comer, ir al cine, comprar ropa nueva, queremos gastarlo y ya. Así es como terminamos financiando unas vacaciones sin planearlo con anticipación, cambiando de celular, o simplemente salimos a comer con más frecuencia.
Por eso debemos recordar que cuando recibimos dinero, lo primero que tenemos que hacer es repartirlo conforme un presupuesto, pagar todo lo que se debe y si es posible meterlo a un fondo de ahorro.
Un estudio en 2005 reveló que cuando alguien va de compras, su cerebro libera dopamina, la hormona de la felicidad ¿Qué más podemos pedir? Ahora todo tiene sentido, imagina toda sentir toda esa adrenalina, pero en lugar de correr, tenemos dinero para contrarrestar el sentimiento.
Así es más fácil asociar la felicidad con las compras, pero lo cierto es que esta sensación es transitoria, por lo que se vuelve en un círculo vicioso, en una adicción y tendremos ganas de seguir comprando para seguir sintiéndonos bien.
Un recordatorio amistoso, es que podemos liberar dopamina con otras actividades, como, por ejemplo: ejercitándonos.
Los servicios que ahorran tiempo y esfuerzo siempre costarán más; ley de vida. Un ejemplo claro de esto es la comida, los servicios de paquetería express o salir a comer en vez de preparar algo en casa. Otro ejemplo es pagarle a una persona para que limpie la casa todas las semanas. En realidad, no estamos en contra de estos servicios, la clave es saber cuándo vale la pena pagar por ello. Pero, podemos aprender a disfrutar lo que parece “aburrido” y ahorrar un poco de dinero, el internet esta lleno de recetas y cocinar puede resultar divertido, si colocamos algo de música limpiar puede terminar siendo una actividad mas amena.
Los verdaderos compradores se toman su tiempo antes de tomar una decisión. Nunca lograremos ahorrar dinero si simplemente nos conformamos con la primera opción, la tienda que esté más cerca de casa o la primera que visitamos cuando llegamos al centro comercial.
Antes de desembolsar el efectivo, los expertos en ahorros se aseguran que debemos tomarnos el tiempo para saber qué es lo que están comprando y por qué esa es la mejor opción, podemos visitar diferentes tiendas, verificar si tienen lo que buscamos y comparamos aspectos como el precio y la calidad antes de realizar la compra.
Caminar un poco mas no le hizo daño a nadie ¡imagínense si encontramos una oferta en lo que necesitábamos!
Todo mal hábito tiene una solución inmediata, obviamente no vamos a cambiar de la noche a la mañana y es obvio que se requiere de mucha fuerza de voluntad, pero ya es momento de reconocer lo que estamos haciendo mal. Es hora de tomar las riendas de nuestra vida y dejar de derrochar el dinero, planificarnos, respetar nuestros presupuestos e invertir en cosas que de verdad valgan la pena.
Al principio será difícil, ya que tenemos que realizar cambios drásticos en nuestro estilo de vida pero, no se imaginan la satisfacción y sensación de seguridad que tendremos cuando logremos todas nuestras metas financieras, en ese momento sabremos que todo el esfuerzo de verdad valió la pena.
Créditos de Imágenes
Andrea Requena
ing. mecánico, cáncer ascendente leo, amante de la música, la matemática y la astrología, diseñadora de accesorios, ambidiestra, lectora empedernida y con fobia a los monos.
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